Santiago (Antioquia)
Llegué de noche, tras haber caminado dos
horas por la carretera sumido en una oscuridad inmensa, sin contar las horas
anteriores bajo el calor intenso de la tarde.
Santiago es un lugar tranquilo, pacífico, callado. Lo habitan poco más de mil personas.
Santiago es un lugar tranquilo, pacífico, callado. Lo habitan poco más de mil personas.
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Empezaba a oscurecer. |
Empecé a recorrer sus calles preguntando
dónde pasar la noche, y fue poco lo que anduve hasta que una señora muy alegre
y formal me indicó un lugar donde alquilaban piezas a un precio económico
(realmente lo era). Era una casa de familia común y corriente, con niños y
sonrisas habitando a diestra y siniestra. Varias personas acudían a jugar
cartas en las horas de la noche y se quedaban hasta muy tarde. Escuché todo
desde la habitación, en la cual tan pronto vi la cama me recosté de espaldas,
mi mochila me tenía agotado y con un leve dolor de hombros. A cada momento me
decían que cualquier cosa que necesitara no dudara ni un segundo en decirles.
Son gente muy servicial, sin duda.
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Lugar donde pasé la noche. |
Me desperté temprano, me bañé y me organicé,
luego me preguntaron si iba a desayunar y les respondí que sí. Pronto me
llevaron al comedor un plato inmenso lleno de huevos revueltos, arroz, papa
criolla, arepa con mantequilla y queso, acompañado de un café bien caliente y
espeso. Me quedé absorto ante tal manjar. Cuando me dispuse a desayunar
empezamos a tocar diversos temas, y fue inevitable parta ellos preguntarme: «Bueno, ¿y usted qué hace por acá, a qué vino?»
Cuando les dije que estaba haciendo un recorrido a pie desde Medellín a Puerto
Berrío para consolidar y nutrirme de la historia del Ferrocarril, alucinaron, y
tampoco pudieron evitar tomarme por loco.
Muy pronto me dijeron que había un señor en Santiago de nombre Benjamín, el cual me podía suministrar información sobre el tema, por lo que pronto salí y fui a su encuentro. Tras golpear en varias ocasiones a su puerta, salió un señor de avanzada edad, y en cuanto me presenté y le comuniqué mis dudas, me empezó a mirar con ojos de asombro y empezamos a hablar por largo tiempo. Él tenía algunas cosas por hacer así que me dijo que si podía volver más tarde, a lo que asentí sin peros.
Muy pronto me dijeron que había un señor en Santiago de nombre Benjamín, el cual me podía suministrar información sobre el tema, por lo que pronto salí y fui a su encuentro. Tras golpear en varias ocasiones a su puerta, salió un señor de avanzada edad, y en cuanto me presenté y le comuniqué mis dudas, me empezó a mirar con ojos de asombro y empezamos a hablar por largo tiempo. Él tenía algunas cosas por hacer así que me dijo que si podía volver más tarde, a lo que asentí sin peros.
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Fachada de Santiago, en primera instancia se puede ver la casa de don Benjamín, segundo piso de la casa del frente. |
En ese tiempo me
dirigí a ver la Estación de Santiago del Ferrocarril de Antioquia, que igual a
muchas otras permanece abandonada tanto en el espacio como en el tiempo.
También me acerqué a orillas del río y traté algunas palabras con gente del
sector.
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Antigua Estación de Santiago. |
Cuando volví donde
don Benjamín, este me invitó a pasar al Museo y sede de la Fundación Estación
Santiago, de la que él es fundador. Ahí fuimos recorriendo el lugar entre
fotografías antiguas, donde nos desenvolvimos entre anécdotas y vueltas al
pasado, entre conversaciones sobre hechos que ninguno de los dos vimos; pero
que él estuvo más cerca.
Con un apretón de manos nos despedimos, y le dije que tan pronto como terminara de escribir la novela (es lo que estoy haciendo) yo mismo volvería y le llevaría un ejemplar, a lo que me respondió con una sonrisa y diciendo que lo agradecería infinitamente.
Con un apretón de manos nos despedimos, y le dije que tan pronto como terminara de escribir la novela (es lo que estoy haciendo) yo mismo volvería y le llevaría un ejemplar, a lo que me respondió con una sonrisa y diciendo que lo agradecería infinitamente.
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Casa Museo y sede de la Fundación. |
Era hora de coger
rumbo, así que volví al hogar en el que había pasado la noche a recoger mi
mochila y seguir el camino.
Era momento de
recorrer el Túnel de la Quiebra, un lugar con una historia completamente
inmensa y maravillosa, la cual contaré en el próximo post.
No olviden seguirme
en mis redes sociales.
Soy Caliche y seguiré
caminando.
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