Venecia (Antioquia)
Es un día cualquiera y mi amigo Felipe me dice que quiere hacer algo nuevo, vivir una aventura, respirar otro aire y dejarse envolver por un misticismo distinto a lo que se siente a diario en la ciudad. Yo le comprendo de antemano y, sin darle larga al asunto, lo aliento a que proponga un reto.
Son las seis de la tarde y estamos trabajando, me dice entonces que por qué no apenas salgamos (10 de la noche) nos dirigimos en su motocicleta a Venecia, un pueblo en Antioquia, pasamos la noche con alguno de sus familiares -que son bastantes- y apenas amanezca empezamos un recorrido hacia Cerro Tusa, una pirámide natural bastante empinada y que representa un verdadero desafío para quienes no estén calificados en el tema del senderismo, pero que sin duda vale la pena. No lo pienso dos veces y acepto. Tan pronto como salimos del trabajo, arrancamos en su motocicleta en lo que sería un viaje de casi dos horas.
Llegamos a media noche: el primer destino era un bar llamado Black and White, propiedad de un tío de mi amigo Felipe. Charlamos un poco con el hombre, quien se mostró sumamente amable y nos ofreció posada, pero el objetivo principal era ir donde otra tía de Felipe, así que nos despedimos y fuimos donde ella.
No es nada gracioso -al menos para los locales- que dos jóvenes de la ciudad vengan a dar gritos sin previo aviso, pero fue necesario hacerlo para que la tía nos abriera. Por suerte estaba despierta, que si no nos quedamos mirando pa´l techo y acabamos despertando a todo el pueblo. Tan pronto como nos vio nos abrió las puertas de su casa y dispuso una pieza para que pudiéramos pasar la noche. Sacó colchonetas y todo. Un amor de persona. Mi amigo Felipe y yo descargamos nuestras pertenencias, que eran pocas, y nos tiramos a dormir en lo que sería un sueño profundo.
Tan pronto como llegamos, e incluso antes de llegar, yo sentía que estaba asistiendo a la fundación del pueblo, cada paso me transportaba a épocas de antaño y me consumía una alegría desbordante. Compramos varios litros de agua, bananos y bocadillos, todo un kit de supervivencia y energía, porque después descubrimos que los demás hasta llevaban cocas con arroz, salchichas y hasta sánduches. Pero para qué, el bocadillo era un manjar a casi dos mil metros de altura.
Son las seis de la tarde y estamos trabajando, me dice entonces que por qué no apenas salgamos (10 de la noche) nos dirigimos en su motocicleta a Venecia, un pueblo en Antioquia, pasamos la noche con alguno de sus familiares -que son bastantes- y apenas amanezca empezamos un recorrido hacia Cerro Tusa, una pirámide natural bastante empinada y que representa un verdadero desafío para quienes no estén calificados en el tema del senderismo, pero que sin duda vale la pena. No lo pienso dos veces y acepto. Tan pronto como salimos del trabajo, arrancamos en su motocicleta en lo que sería un viaje de casi dos horas.
Llegamos a media noche: el primer destino era un bar llamado Black and White, propiedad de un tío de mi amigo Felipe. Charlamos un poco con el hombre, quien se mostró sumamente amable y nos ofreció posada, pero el objetivo principal era ir donde otra tía de Felipe, así que nos despedimos y fuimos donde ella.
Mi amigo Felipe y su tío en el bar. |
No es nada gracioso -al menos para los locales- que dos jóvenes de la ciudad vengan a dar gritos sin previo aviso, pero fue necesario hacerlo para que la tía nos abriera. Por suerte estaba despierta, que si no nos quedamos mirando pa´l techo y acabamos despertando a todo el pueblo. Tan pronto como nos vio nos abrió las puertas de su casa y dispuso una pieza para que pudiéramos pasar la noche. Sacó colchonetas y todo. Un amor de persona. Mi amigo Felipe y yo descargamos nuestras pertenencias, que eran pocas, y nos tiramos a dormir en lo que sería un sueño profundo.
A las 7:00 a.m. nos despertamos y la tía ya no estaba preparando desayuno: arepa con hígado, vísceras o boje, como se le diga, acompañando de un chocolate espeso que era igual de dulce que la tía. Desde tan temprano y ya me había enamorado de Venecia.
Luego de agradecer por ese espectacular desayuno, nos despedimos y luego nos dirigimos a la Plaza Principal del pueblo, donde nos encontraríamos con un grupo de senderistas que irían también a Cerro Tusa.
Aquí estoy en la Plaza principal de Venecia. |
Tan pronto como llegamos, e incluso antes de llegar, yo sentía que estaba asistiendo a la fundación del pueblo, cada paso me transportaba a épocas de antaño y me consumía una alegría desbordante. Compramos varios litros de agua, bananos y bocadillos, todo un kit de supervivencia y energía, porque después descubrimos que los demás hasta llevaban cocas con arroz, salchichas y hasta sánduches. Pero para qué, el bocadillo era un manjar a casi dos mil metros de altura.
Pronto comenzaría la aventura.
Próxima entrada recorrido y ascenso a Cerro Tusa ⇨⇨
Gracias por leerme, estén pendientes para más contenido.
Yo soy Caliche, y espero seguir viajando.
Yo soy Caliche, y espero seguir viajando.
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